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¿Somos el pueblo más tierno de América Latina?
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- Kelly Velasco
- @kelly.velasco
Jaime Paz Zamora definió a Bolivia como “el pueblo más tierno de América Latina”.
Sin embargo, la política actual se ha olvidado de esa empatía: campañas dominadas por espectáculo, confrontación y slogans vacíos que evidencian la desconexión de los líderes con la ciudadanía. Gobernar con ternura no es sentimentalismo, sino compromiso real: escuchar, dialogar y tomar decisiones que reconozcan al país. En esta elección, la empatía debe traducirse en acción concreta, no en maquinaria electoral.
Recientemente salió un video de Jaime Paz Zamora, ex presidente de Bolivia hablando con su hijo Rodrigo Paz, actual candidato a la presidencia. En dicho video, Paz Zamora dice “Bolivia es el pueblo más tierno de América Latina”, en una suerte de consejo a Rodrigo Paz. ¿Somos realmente el pueblo más tierno de América Latina?, probablemente sí. Es posible que en el corazón de todo boliviano exista un cúmulo de ternura para compartir… pero ¿qué sucede cuando durante tanto tiempo los líderes de este país se olvidaron de esa ternura?
La ternura no es solamente sentimentalismo, es reconocer que la política tiene rostro humano. En un país marcado por desigualdad, fracturas sociales y desconfianza institucional, gobernar con empatía y cuidado no es opcional, sino imprescindible. Hoy, en plena segunda vuelta, los candidatos se enfrentan al desafío de ir más allá del enfrentamiento y las propuestas vacías. El espectáculo mediático y los slogans son insuficientes. La ciudadanía exige liderazgo conectado, sensible y consciente de su realidad. Cabe preguntarse, ¿Están a la altura entonces? ¿Estamos nosotros a la altura?
Gobernar con ternura… gobernar entendiendo a este país, a esta Bolivia cansada, esperanzada y atemorizada. Gobernar entendiendo que hay múltiples identidades, historias, puentes y fracturas. No basta con hablar desde el escenario o desde la comodidad de las redes sociales: hay que escuchar a las personas, reconocer sus dolores y sus aspiraciones.
El problema radica cuando muchos políticos confunden acción con espectáculo. En esta segunda vuelta el contexto exige dejar atrás la superficialidad de la campaña y comprometerse con decisiones que impacten vidas reales, con reconocimiento propio y del otro.
Según Lévi-Strauss las sociedades se sostienen por símbolos y narrativas compartidas. Ignorarlas equivale a gobernar a ciegas. La ternura, en el terreno político, obliga a reconocer los imaginarios rotos, los miedos y esperanzas de los bolivianos, sobre todo cuestionar la desconexión de los líderes. Gobernar sin empatía es replicar promesas incumplidas y frustraciones.
La ternura por sí sola no sustituye ideas ni estrategia. Las políticas deben ser profundas y responsables, pero el liderazgo sin conexión con la gente es ineficaz. Amor al pueblo significa entenderlo, dialogar con él y tomar decisiones que respondan a su realidad, no solo a encuestas o tendencias. ¿Aman al pueblo?
El desafío de los candidatos actuales es priorizar la escucha, gobernar con sensibilidad, equilibrar intereses, construir puentes y reducir el enfrentamiento. Me temo que si la segunda vuelta se enfrenta solo con performance, confrontación y marketing Bolivia seguirá atrapada en un bucle sin fin de problemas.
Si Bolivia es el pueblo más tierno de América Latina, debemos esperar de nuestros líderes empatía y amor, comprensión y acción. En esta segunda vuelta los candidatos tienen la oportunidad de demostrar que la visión y la responsabilidad son el norte, y el amor profundo por esta patria y quienes la habitan son el sentido. Está en todos nosotros hacer que la política sea el acto de servicio más noble de todos.