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¡Jallalla Bolivia!
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- Tupaj Garcia
- @tupaj15/
Bolivia llega a su bicentenario, han pasado 200 años desde aquella firma en Sucre que dio fin a 16 años intensos de guerra y resistencia. Capaz, a modo de homenaje, conviene hablar de cómo llegamos a 1825, 1925 y 2025.
Nuestra independencia se marcó como el acto final de una guerra regional que dio paso a la expulsión de España en toda Sudamérica. Bolivia fue el primer pueblo en alzarse en armas contra la colonia, teniendo el primer grito libertario que se dio en 1809, tanto en Sucre como en La Paz. Como antecedente es fundamental recordar que, 30 años antes, se dio una revolución indígena en los andes a la cabeza de Tomas Katari, Tupaj Katari y Bartolina Sisa, entre 1780-1782.
Recordar ambas fechas tiene un propósito, las guerrillas independentistas dirigidas por mestizos se combinaron y nutrieron de las formas de combate y organización de las comunidades quechuas y aymaras. Esta combinación obligó al imperio español a militarizar nuestra región durante esos 16 años, concentrando la mayor cantidad de tropas durante toda la guerra regional, abriendo así oportunidades a los ejércitos de Bolívar y San Martin para avanzar por el norte y el sur.
Jugamos un rol decisivo en la guerra regional y lo hicimos a nuestro modo: auto-organización colectiva y control del terreno. Nuestra independencia no es producto de ningún regalo, sino de una lucha sin cuartel por nuestro reconocimiento como un pueblo y nación libre. Fuimos los primeros en iniciarla y los últimos en conquistarla porque, gracias a nosotros, todos los demás pudieron hacerlo.
Sin embargo, nuestra llegada al centenario de 1925 dejó en claro que quienes lucharon por la independencia no fueron quienes gobernaron. Después de 100 años de conquistar la libertad, solo el 10% de la población votaba, la tierra pasó de la corona española a los terratenientes y las minas de estaño replicaban los niveles de explotación de las minas de plata. Los indios seguían siendo masacrados por pedir agua potable durante las sequías y la alta sociedad presumía su aparición entre las 10 familias más ricas del mundo.
Bolivia llegó a su centenario rota, con una elite que dirigía un apartheid encubierto y un pueblo que en silencio se organizaba para derrumbar aquel régimen colonial que, bajo otro nombre, seguía vigente.
Entre coraguas, fusiles y dinamitas, nuestros bisabuelos gestaron la revolución nacional de 1952 y dieron paso a una Bolivia donde todos debíamos ser iguales. Sin embargo, la igualdad y libertad se limitaron al nombre porque, en la práctica, la nueva elite gozaba de todos los derechos y los indios de todos los deberes.
Las comunidades podían votar, pero no ser elegidas. Podían entrar a un hospital, pero no recibían atención. Podían mandar a sus hijos a la escuela, pero solo tenían maestros hasta 6to de primaria. Las dos Bolivias del centenario seguían ahí, solo que de forma encubierta.
Quien retiró el velo de aquella mentira fue Felipe Quispe, guerrillero del EGTK, quien tras ser detenido enunció una frase que retumbaría los cimientos de nuestra sociedad:
“- Periodista: ¿Acaso con una bomba va a resolver esas injusticias?
- FQ: Si… Es que yo no quiero que mi hija sea tu empleada”.
Las palabras pusieron en evidencia una realidad cruda, donde los hijos de los campesinos morían siendo campesinos y los hijos de los patrones vivían siempre como patrones. Desde aquel grito enunciado en 1993, la Bolivia profunda fue despertando y, en su camino, desplomó aquel orden ladrillo a ladrillo.
De nuevo, pasaron 16 años para que naciera una nueva Bolivia, a la cual su Asamblea Constituyente la bautizó como Estado Plurinacional. Desde su fundación en 2009, nuestra sociedad viene caminando esta senda de construir una igualdad plena, donde se respete nuestra condición plurinacional y donde la gente viva mejor.
Por supuesto que existen y existirán errores, malas gestiones, tiempos de conflicto y crisis. No existe un fin de la historia, sino un caminar de avances y retrocesos.
Llegado el bicentenario, podemos mirar atrás y decir que por fin Bolivia camina la senda de quienes lucharon por ella y no la de quienes se aprovecharon de su riqueza. Brindemos pues, como dicta nuestra tradición, por esta Bolivia nuestra donde sus hijas e hijos nacen con la dignidad, igualdad y esperanza que nuestras abuelas y abuelos fundadores lucharon por tener.
¡Jallalla Bolivia Marka!
¡Kausachun Bolivia!
¡Que Viva Bolivia, Carajo!